En cuanto al armamento y las tácticas utilizadas por la hueste indiana debemos decir que la superioridad respecto a los indígenas era incontestable. Aunque la indiada contaba con algunas ventajas como su superioridad numérica y el conocimiento del terreno.
De todas las armas utilizadas por los castellanos, la espada era sin duda la más destacable. Ni la pólvora, ni siquiera el caballo, tuvieron tanta importancia como las espadas españolas, las mejores del mundo conocido. Los indígenas utilizaban garrotes con filos de obsidiana, que tan solo podían tajar, y además por un periodo de tiempo muy corto, pues el filo se gastaba enseguida. El acero toledano por contra era mucho más ligero, flexible y resistente, y podía tanto tajar como trinchar al enemigo sin sufrir aparente desgaste. La espada es sin embargo solo uno de los muchos factores que daban al español una indiscutible superioridad en el cuerpo a cuerpo, habría que hablar también de los elementos defensivos, entre los que cabría citar toda una variada indumentaria compuesta por cotas, morriones, celadas, corazas, cascos, petos, coseletes, espaldares, o rodelas, por citar algunos. Lo que ocurre es que este tipo de elementos defensivos eran utilizados en batalla, en campo abierto, más el soldado castellano no dormía con ellos ni caminaba por las selvas o por los infinitos desiertos cubierto de hierro, y es precisamente ahí donde el indio se movía en su elemento. Prefiriendo el bosque al campo abierto, y buscando la oscuridad y la sorpresa, para sorprender desprevenido al español. Era por tanto en esta guerra de guerrillas en donde se equiparaban las fuerzas, y en donde al español no le servían sus largas picas, que si bien con ellas los tercios se estaban haciendo señores de Europa, su diseño exclusivo para batallas campales las hacía inútiles frente a las emboscadas nocturnas y los dardos envenenados. Destaca entonces la utilidad del perro, que los españoles convirtieron en un arma mortífera, muy útil para descubrir ataques por sorpresa y para localizar y perseguir la indiada en la noche si hacía falta, siendo capaz de despedazar a un indio en cuestión de segundos.
Si hablamos de animales, no obstante, el caballo sin duda es el rey. Si el perro provocaba absoluto pavor en los indígenas, el caballo será casi reverenciado por ellos como un dios de la guerra, letal, fiero y despiadado. El caballo español, de ascendencia árabe, era de los mejores del mundo. Así, en perfecta formación, podían atropellar y lancear a los guerreros enemigos sin ninguna dificultad. Tanto predicamento tendrá este animal en América, que enseguida el indio aprendió a dominarlo, llegando a ser tan buen jinete como los europeos.
Las ballestas, si hablamos de armas a distancia, tenían mucha mayor capacidad de penetración que las flechas o piedras lanzadas por los indios. Eran fáciles de reparar y además se podían construir nuevas saetas fácilmente con la materia prima que encontraron en América, a parte de que no se necesitaba de una especial pericia para manejarlas. Tenían no obstante una serie de inconvenientes, como su peso, y la lentitud de frecuencia de tiro, en torno a una flecha por minuto. Así eran letales si se utilizaban en un momento preciso, más para ser realmente efectivas necesitaban de una cobertura adecuada - piqueros - y actuar en grupo. Los mismos problemas e inconvenientes tenían las armas de fuego, que provocaban terror entre los nativos, más eran pesados armatostes que disparaban con gran lentitud. En la primera mitad del XVI sen utilizaban mosquetes con llave de mecha, muy primitivos aún e incómodos como se ha dicho. Aunque al igual que las ballestas eran fáciles de reparar y contaban con gran eficacia y precisión, así de un solo disparo no era difícil atravesar varios de los desnudos cuerpos de los enemigos nativos a un tiempo, si estos atacaban en grupo. Al igual que los ballesteros, los arcabuceros necesitaban cobertura, sean piqueros en campo abierto, o cualquier tipo de protección o parapeto ocasional, y atacar en grupo y en formación cerrada, pudiendo entonces alcanzar cadencias de más de un disparo por segundo, durante periodos cortos de tiempo.
Así la superioridad armamentística y táctica es un factor clave a la hora de evaluar el éxito de la conquista española, y define muy bien las características de la hueste indiana, formada en la mayoría de las ocasiones por grupos muy reducidos de soldados, lo cual no les impidió conquistar un continente inmenso en apenas 50 años. No es mi intención analizar aquí la valiosa ayuda que recibieron de los aliados nativos, o argumentar sobre las enfermedades que los castellanos propagaron por el Nuevo Mundo - enfermedades desconocidas se sufrieron en ambos bandos-, o el hecho de que los nativos les consideraran dioses o el choque cultural. Se sale fuera del tema analizar si esto benefició o no a los aventureros y soldados españoles que, en busca de mayor fortuna y para ganar honra y fama, como en los libros de caballerías, fueron a las Indias. Pero la proeza titánica de los castellanos, la conquista de un inabarcable continente por unos cuantos millares de hombres jóvenes que muchas veces huían de la miseria en España, o del cadalso, y con la excepción de la conquista de Siberia por 540 cosacos rusos - otro inabarcable continente – no tiene parangón en
domingo, 14 de febrero de 2010
LA HUESTE INDIANA (II) Táctica y armamento
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