En la Edad Media sin embargo, el término vasallo tenía un significado diferente. Los vasallos solían ser señores, es decir, gente poderosa (tanto nobles como clérigos) que estaban al servicio de otros señores igualmente poderosos. Así, hasta los propios reyes podían llegar a ser vasallos del emperador o del papa, e incluso de otros reyes. Un ejemplo claro serían los reyes de Inglaterra, que desde el siglo XI fueron vasallos de los reyes de Francia. A todo este conglomerado de relaciones entre señores podemos llamarlo sistema feudo – vasallático, y que consistía en lo siguiente:
Un noble se hace vasallo de otro, normalmente más poderoso, y se compromete a ayudarle cuando lo necesite. En la guerra sobre todo. A cambio el señor más poderoso, entrega a su vasallo un feudo. El feudo solía ser una extensión de tierra, que incluía un castillo, y una serie de zonas para el cultivo, en donde vivían campesinos en pequeñas aldeas. Todo esto es lo que daba el señor a su vasallo a cambio de su fidelidad.
Otra cosa son los siervos. Éstos iban incluidos en el lote que hemos llamado feudo, y solían ser los campesinos que vivían en las diferentes aldeas alrededor del castillo, aunque no todos trabajaban la tierra, ya que algunos vivían directamente en la casa del señor, haciendo tareas domésticas. Los siervos, las más de las veces, vivían en una situación cercana a la esclavitud, y estaban obligados a pagar una renta al señor. Normalmente no podían abandonar la tierra, y además debían pagar otra serie de impuestos si querían utilizar el horno o el molino. Era como una especie de alquiler que había que pagar al señor a cambio de que éste te dejara vivir en sus tierras.
Esta situación tan penosa en la que vivía el campesino duró buena parte de la Edad Media, al menos hasta que surgieron las primeras grandes ciudades medievales, que eran normalmente lugares abiertos y en donde algunos campesinos lograron instalarse, haciéndose herreros, panaderos o carpinteros, y además lejos de la influencia del señor, aunque para que esto ocurra, aún deberán pasar algunos siglos.
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