viernes, 13 de agosto de 2010

RUSIA EN LA BAJA EDAD MEDIA (II) El ascenso de Moscú





 
Habíamos visto como los príncipes rusos prestaban vasallaje a los poderosos tártaros de la Horda de Oro. A ojos del Khan, estas entidades políticas rusas conformaban la región noroccidental de su imperio, que formaban una especie de unidad conocida como Gran Principado de Vladimir – una ciudad a unos cientos de kilómetros al este de Moscú -. En realidad, y a pesar de la supremacía del Gran Príncipe de Vladimir, los diferentes nobles y boyardos de las distintas ciudades luchaban todos contra todos por la supremacía en esta región, lo cual, por supuesto, favorecía a los intereses de la Horda, pues mientras estuvieran divididos, nunca podrían encuadrar una acción militar contra ellos.

A pesar de su situación subordinada, durante la primera mitad del siglo XIV, y a medida que la vieja Kiev decaía irremediablemente, el Gran Principado de Vladimir experimentó cierto apogeo económico. Ser súbditos de los tártaros de Sarai, la capital de la Horda, establecida en el bajo Volga, permitía a los boyardos amasar grandes fortunas merced a los contactos comerciales que obtenían, y que iban desde el Mediterráneo oriental y la península arábiga a la lejana China. Grandes mercados todos ellos para colocar sus pieles y otros productos. Esta región, además, estaba situada en la línea de los grandes ríos rusos, auténticas arterias que articulan todo el territorio, en donde destaca el Volga, y que dotan a la región de una inmejorable riqueza agrícola, motivo por el cual pronto empezaron a llegar inmigrantes de la primera Rusia, de Kiev, hacia la segunda y más poderosa del Principado de Vladimir, en donde, a parte de su capital, pronto brotaron otras prósperas ciudades, y en donde andando el tiempo tomarán especial protagonismo Nizhnii Novgorod, Tver y Moscú.

Fueron precisamente las ciudades de Tver y Moscú las que más encarnizadamente lucharon por adquirir la supremacía dentro del Gran Principado, siempre bajo la supervisión de los Khanes, que elegían príncipes indistintamente, fueran de una u otra ciudad, y no por favoritismos concretos, sino a fin de mantener divididos a los rusos. Pero fue Moscú la que se llevó el gato al agua en su pugna por la hegemonía, como consecuencia de varios factores: el primero de ellos tiene que ver con el carisma de sus gobernantes, que si bien mantenían una actitud servil hacia los tártaros, por la cuenta que les tenía, eran a la vez astutos y aprovechaban la menor oportunidad para afianzar los intereses de Moscú - que luego serían los intereses de Rusia -. En este momento destaca la figura del moscovita Iván Danilovich, que tras una encarnizada lucha con Tver, la ciudad rival, será elegido Gran Príncipe de Vladimir. Este personaje, que la Historia conocerá como Iván I, destacó por una administración muy eficaz, que convertirá a Moscú en el centro de la política rusa.

A este factor debemos unir la repentina, digamos, necesidad de los Khanes, de un poder fuerte en Rusia. Ya no querían aplicar la premisa “divide y vencerás”, ¿la razón?, el surgimiento de un nuevo y poderoso enemigo al oeste, Lituania, que no ocultaba sus ansias expansionistas a costa de Rusia – y por lo tanto de la zona noroccidental del imperio de la Horda de Oro -.

El tercer factor que ayuda al ascenso moscovita tuvo que ver con la Iglesia Ortodoxa. La sede metropolitana de la Iglesia de Rusia aún se encontraba en Kiev a principios del siglo XIV. Sin embargo la decadencia de la ciudad del Dnieper era más que evidente en estos momentos, sobre todo si la comparamos con las prosperas urbes del noroeste. La Iglesia Ortodoxa rusa estaba supeditada al patriarca de Constantinopla, con parecidas funciones que las del papa para el mundo católico. Fue este patriarca quien propuso a cierto Pedro para ocupar el puesto de metropolitano de Kiev, con similares cometidos a los de un arzobispo católico podríamos decir, sin embargo la ciudad de Tver tenía otro candidato, llamado Mijail de Tver. Pedro será quien logre acceder al puesto de metropolitano al final, con ayuda moscovita, lo cual conlleva además, que la sede metropolitana pase de Kiev a la propia Moscú, que no solo triunfa sobre la ciudad rival, sino que adquiere preeminencia definitiva sobre toda Rusia.

martes, 10 de agosto de 2010

RUSIA EN LA BAJA EDAD MEDIA (I) La Horda de Oro y los principados rusos.


A sabiendas de que la Historia de Rusia no es demasiado conocida en España, y más si hablamos del periodo medieval, me gustaría describir, si acaso someramente, los acontecimientos que abarcan la segunda mitad del siglo XIV, que tuvieron vital importancia en la Historia de los pueblos fronterizos del Este, es decir de aquellos que vivían entre Europa y Asia, entre el cristianismo y el Islam o entre los vergeles de occidente y la estepa infinita.

Rusia tuvo dos momentos y ubicaciones geográficas. Primero destaca lo que se conoce como Rus de Kiev, surgido en el siglo IX, que expandirá su influencia desde el Dnieper y el mar Negro hasta el golfo de Finlandia, y que sucumbirá en el siglo XIII ante las invasiones mongolas.

Después aparece la segunda Rusia, al norte, formada por diferentes principados que con el tiempo irán adquiriendo mayor autonomía respecto a Kiev que nunca fue la misma tras la devastación que sufrió a manos de Gengis Khan y los suyos. Todos estos principados norteños tenían una serie de características afines, como eran una cultura, lengua y religión comunes, heredadas de la primera Rusia.

La situación de estos principados no era fácil, pues tenían que ingeniárselas para sobrevivir en un clima adverso, ya que los mongoles eran dueños y señores de esta región fronteriza entre Europa y Asia que luego conoceremos como Rusia. Así estas pequeñas entidades políticas normalmente estaban sujetas al pago de tributos a los diferentes Khanes, que aplicaban la política de divide y vencerás.

Antes de continuar, debemos decir que el gran imperio mongol de Gengis Khan se había dividido entre sus diferentes hijos a su muerte, y que la entidad política mongola a la que los rusos debían rendir cuentas era la llamada Horda de Oro, fundada por Batu Khan, hijo de Gengis, a mediados del siglo XIII en torno a Sarai, una fastuosa ciudad que mandó construir en curso bajo del Volga.

Con el paso del tiempo, los habitantes de la Horda de Oro, así como de otros estados herederos de los mongoles, al adquirir contacto con los pueblos túrquicos de las estepas, y con otras poblaciones locales, perdieron, de alguna manera su carácter étnico puro exclusivamente mongoloide, y empezaron a ser conocidos como Tártaros, una palabra que puede considerarse una especie de cajón desastre pero que, en general, designa a los pueblos de la estepa, independientemente del grado de organización política que posean.
Así pues, Rusos y Tártaros. Comienza ahora uno de los episodios más apasionantes de la Historia, que llevará, andando el tiempo a la conquista europea de Siberia, y a la creación del imperio más extenso y duradero de todos los tiempos, el ruso.

En este momento, mediados del siglo XIV, con la Horda de Oro en su apogeo, los principados rusos se limitaban, como va dicho, a pagar tributos para poder sobrevivir. Los Khanes normalmente exigían de estos príncipes que reconocieran su soberanía y que recaudaran los impuestos entre su propio pueblo. Para que esto se cumpliera, había guarniciones militares de la Horda en las principales ciudades rusas, bajo los baskaki o agentes administrativos tártaros.

Estos principados, además de guardarse de la Horda, debían hacer lo propio con sus enemigos polaco – lituanos, la potencia católica que amenazaba su flanco occidental.
Así los rusos de mediados del siglo XIV eran un conjunto de entidades políticas heterogéneas, entre las que destacaban las ciudadexs de Vladimir, Rostov o Iaroslav, así como Tver o Nizhnii Novgorod, sin embargo, en este momento, merced a la pericia y buen hacer de sus gobernantes, y a sus vínculos con la Iglesia Ortodoxa - aún con sede en la vieja Kiev - empieza a ganar preponderancia un principado, que pronto será incluso capaz de plantar cara a los todopoderosos tártaros, se trata de Moscú.